México tiene tres años para deshacerse del glifosato

Aunque no hay pruebas de que sea carcinogénico, se irá sustituyendo en 3 años por alternativas saludables

El 31 de diciembre, último día de 2020, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto del presidente Andrés Manuel López Orador para sustituir gradualmente el uso del herbicida glifosato en los cultivos al ser un agroquímico con efectos nocivos en la salud y “probablemente carcinogénico”, dando de plazo hasta el 31 de enero de 2024 para que se logre la sustitución total.

“El presente Decreto tiene por objeto establecer las acciones que deberán realizar las dependencias y entidades que integran la Administración Pública Federal, para sustituir gradualmente el uso, adquisición, distribución, promoción e importación de la sustancia química denominada glifosato y de los agroquímicos utilizados en nuestro país que lo contienen como ingrediente activo, por alternativas sostenibles y culturalmente adecuadas, que permitan mantener la producción y resulten seguras para la salud humana, la diversidad biocultural del país y el ambiente”.

Días antes de la publicación del decreto, Francisco Javier Trujillo Arriaga, director en jefe del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), indicó a El Sol de México que “no está comprobado que (el glifosato) sea carcinogénico. No es una afirmación concluyente. Si la Secretaría de Salud estuviera hoy segura de que está en esa condición, tendría los elementos legales para retirarlo del mercado. El problema es que es una presunción no demostrada”, afirma en entrevista.

Asegura que por lo menos 20 países han tomado la decisión de no restringir su uso porque “no hay evidencia, como lo dijo la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que sea carcinogénico”. Entre estas economías, señala, se encuentran Australia, Canadá, Estados Unidos y la mayor parte de las que conforman la Unión Europea. En tanto que hay otros, como Francia, que lo han eliminado.

En mayo de 2019, la empresa Monsanto, propiedad ahora de la multinacional Bayer, fue obligada a pagar una indemnización de dos mil millones de dólares a una pareja de ancianos de California que enfermó de cáncer por uno de los herbicidas de la empresa elaborado a base de glifosato, según su acusación.

— La OMS en el 2015 lo consideró como “probable” cancerígeno.

— Exactamente, pero probable cancerígeno son otras muchas cosas que usted y yo tenemos en la cocina. Todo tiene que ver con la dosis. Eso incluso es una controversia al interior del Gobierno.

— En el caso de ustedes, en Senasica, la responsabilidad es mucha: la inocuidad en los alimentos.

— ¡Claro! Casualmente el glifosato se utiliza al inicio de la siembra. Está documentado que lo que uno coloca en el suelo para combatir las malezas no llega al consumidor con la cosecha. Por ese lado, se cumple con el principio de inocuidad.

Trujillo Arriaga incluso advierte del riesgo de que al retirarse el glifosato algunos productores agrícolas adquieran otras moléculas con más toxicidad que encuentran en el mercado como el “paraquat”, mucho más tóxico que el glifosato.

“Es igual de efectivo que el glifosato, pero es mucho más tóxico y ahí sí hay que poner la atención. El glifosato tiene etiqueta verde (mínima toxicidad)… Y el paraquat tiene roja (máxima toxicidad). Es decir, quitamos una molécula verde y casi orillamos a los productores que ya no encuentran el glifosato a comprar el químico más tóxico”.

El funcionario calcula que debe haber más de cinco millones de productores agrícolas y nada más con que uno por ciento compre el herbicida de alta toxicidad, será muy peligroso.

DIFERENCIAS EN EL GOBIERNO

El debate sobre el glifosato generó una grieta en el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. El exsecretario de Medio Ambiente, Víctor Toledo, luchó durante los 15 meses que duró en el cargo por eliminar el agroquímico en México. Esto le originó fricciones con otros grupos dentro de la cuatroté enfocados a los agronegocios, principalmente de la Secretaría de Agricultura (Sader). Toledo señalaba expresamente al secretario del ramo, Víctor Villalobos, y al exjefe de la Oficina de la Presidencia, el empresario Alfonso Romo, de dedicarse a bloquear la agroecología.

Luego de su salida, tras filtrarse un audio en el que criticaba las contradicciones al interior del Gobierno federal en cuanto al tema ecológico, desconocidos arrojaron a la casa de Toledo un polvo blanco que presuntamente era glifosato.

“Vi de cerca esa discusión. El punto es cuál es el valor más importante. Y para el doctor Toledo, que en ese momento era el secretario de Medio Ambiente, su principal valor era cuidar el ambiente. Y qué contradicción hay aquí, porque (era) un secretario del Medio Ambiente cuidando la amenaza de un efecto carcinogénico; no era el secretario de Salud, sino del Medio Ambiente, quien lo hizo”, indica el director de Senasica y dependiente de la Sader.

En cambio, desde la Sader la preocupación era producir, “sobre todo en este tiempo de pandemia, a nivel de que no haya desabasto de alimentos…Son dicotomías: en uno, se quiere producir y en el otro se quiere cuidar algo que preserve la salud”.

En esta lucha finalmente el presidente López Obrador se inclinó por la eliminación paulatina del glifosato, en un periodo de tres años y un mes.

Para entonces, “quienes hacen investigación agrícola (tendrán) que haber desarrollado una tecnología, no necesariamente un químico más, que permita hacer la agricultura al nivel que requiere el país para el autoabasto y cumpla con las características de no contener las inconveniencias, si es que se demuestra que en verdad es cancerígeno el glifosato”, dice Trujillo Arriaga.

Y agrega: “Tenemos poco tiempo para que la ciencia entregue su trabajo. A veces tarda mucho tiempo en entregar resultados. Aquí nos dieron cuatro años, pero lo mismo estamos viendo con el Covid-19 y las vacunas que se hicieron en menos de un año. Entonces, las cosas cambian y hay que ver eso”.

Fuente: El Sol de Durango